jueves, 24 de julio de 2008

Embajadas 4: la de Bélgica.

-El otro día estaba en una fiesta en la embajada de Bélgica y se me cayó un vaso y se rompió. Entonces le dije al embajador:
¿Cuánto vale este vaso? Tres pesos, cuatro pesos? Digamé con confianza, aunque también qué vasos de porquería, yo tengo en mi casa unos señores vasos de vidrio de dos dedos de grosor que se pueden caer veinte veces y ahí los tiene, enteritos desde 1946. ¿Qué? ¿Mi plata no vale? Poligriyo, ¿sos embajador de carrera o por acomodo?. Y ahí saltó la esposa del embajador, "Ves, viejo, te dije, hay que poner vasos de plástico, no ves que se emborrachan y te rompen todo. Y cubiertos de plástico, porque se los afanan también, el ambiente diplomático ya no es el que era." Y bue, se me amargó la cena, me quedaron los ñoquis atragantados acá. Sí, ñoquis, porque era una época de reducción de presupuesto para todas las embajadas.
Acá con el señor nosotros somos embajadores, no le podemos decir de qué país, pero...

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