sábado, 7 de junio de 2008

"Todo para el gaucho"

-Acá con el señor tenemos un negocio de artesanías gauchescas. "Todo para el gaucho" se llama. Tenemos sortijas, mates, tenemos uno de cinco agujeros, para las familias numerosas, que los estamos exportando mucho también a Japón. El mate en Japón es furor, ahora están haciendo en el piso y sobre almohadones "la ceremonia del mate". Nosotros entrenamos una delegación que después hacía allá talleres para aprender a tomar mate. Pero vio, la barrera del idioma es complicada de salvar; en japonés, "chupar" se dice igual que "soplar" así que imagínese el desastre que era...pero al final hicimos un convenio: nosotros les vendemos mates de cinco agujeros y ellos nos venden boleadoras electrónicas.

-Bueno, pero yo quiero un mate normal, no soy japonés.

-Pero para regalar; usted no tiene pacientes japoneses?, o allá el sicoanálisis no caminó, por aquello del budismo zen?

-No, no, no tengo ningún paciente japonés, pero porque no ha venido ninguno, no porque yo tenga algo contra los japoneses.

-Bueno, y en esta feria, también hacemos domas, la gente del público se ofrece y hace una doma. Pero de personas, porque los caballos nos costaban una fortuna; entonces usté trae algún familiar medio retobao, medio mal llevao, lo montan y se lo dejan mansito. Sin espuelas, eso sí. Pero hay gente que hace trampa, vio, se ofrecen a domar y se esconden en los talones rueditas de esas de hacer los ravioles y lo picanean. Bueno, señor, qué va a llevar?

-Chambergos tiene? Voy a ir al festival de Cosquín y quiero ir con un chambergo a la plaza.

-Lo qué?

-Sombreros de esos gauchescos...

-Ah, sí, sombreros. Sí, tenemos. ¿Lo quiere con una tirita pa'cuando hay viento? Le digo porque hay gente que ha ido al festival de Cosquín y ahí en la Próspero Molina hay unos ventarrones que se lo llevan...el otro día estaba cantando Mercedes Sosa, se levantó viento, y de pronto no la vieron más, estaba en La Falda. Y bue, hubo que esperar que viniera el viento pa'l otro lao pa que siguiera el recital. Eso pasó un día que tocábamos nosotros, acá con el señor, que teníamos un conjunto folclórico, Los 32 de Anta.

-Cómo treinta y dos?????

-Y sí, porque al principio éramos tres pero después se iban agregando cuñados, amigos, conocidos, y no le podíamos decir a nadie que no; éramos al final treinta y un bombos y una guitarra.